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Comunicado de la Asociación Colombiana de Historiadores frente a la Ley 1874 de 27 de diciembre de 2017

La Asociación Colombiana de Historiadores manifiesta su posición frente a la creación de la Ley 1874 de 27 de diciembre de 2017 por medio de la cual se re-establece la Enseñanza Obligatoria de la Historia como una disciplina que permanece integrada a los lineamientos en ciencias sociales en la educación básica y media en Colombia, como lo establece la Ley 115 o General de Educación.

En este sentido, la Asociación sigue considerando que la enseñanza de la historia debe ser un área fundamental en el currículo, dado que según lo dispuesto recientemente continuará integrada a las Ciencias Sociales. Una decisión que a pesar de privilegiar la enseñanza de la historia va en contra vía de los intereses propuestos en la reforma que la Asociación de Historiadores acompañó, durante la presente legislatura parlamentaria (2015-2017).


A lo largo de la producción historiográfica, la forma de escribir historia en Colombia se diversificó y aumentó significativamente desde la década de 1980, al tiempo que se daba su profesionalización con la creación de programas de historia en todo el país. Los avances investigativos son notorios en la adopción de múltiples paradigmas historiográficos. Hoy, las historias contadas por historiadores acuciosos atraviesan los más inesperados contextos, con actores sociales y políticos diversos, e igual cantidad de interpretaciones, entrecruzando las viejas formas de escribir historia con las más novedosas formas del pensamiento crítico y de la poscolonialidad. Todavía falta mucho por investigar, existen infinidad de archivos por explorar y otros a punto de sucumbir ante la desidia del mundo del ahora, pero el camino recorrido por la historiografía colombiana nos habla de un campo boyante y con expectativas de crecer y abrirse al mundo. 

Con la expedición del Decreto 1002 de 1984, los fundamentos históricos que emprendían este camino historiográfico, y que en la escuela y en la formación de docentes comenzaba a abrirse paso, se cerraron por la elaboración e imposición de este marco curricular estandarizado, derivado de las presiones de sectores sociales poco interesados en enseñar la historia colombiana desde una perspectiva crítica y social. Imposición gubernamental que diluyó la historia en unas Ciencias Sociales demasiado generales, que asumieron curricularmente los hechos sociales e históricos desde una perspectiva epistemológica basada en comprenderlos como problemas totales, diluyendo los hechos las interpretaciones y explicaciones y con ellos a sus protagonistas. La aprobación del Decreto 1002 se enmarcó en una política más amplia del Estado colombiano. Bajo el discurso del mejoramiento cualitativo de la educación se impuso una política regresiva y deshumanizante, cuya estrategia más importante consistió en una “renovación” del currículo basado en la política mal llamada de tecnología educativa, aunque en el discurso oficial y las políticas pedagógicas la denominación “pensamiento crítico” fuese una de las más nombradas y cacareadas.

 

Así mismo, el no incluir la historia como una asignatura independiente impide ver en profundidad voces silenciadas en las narrativas históricas, otras comprensiones de lo social y las posibilidades de construir sociedad desde subjetividades emergentes, cuya diversidad es visible en las cotidianidades y especialmente en la escuela.


Ante esta perspectiva, consideramos que los conocimientos en Ciencias Sociales no deben ni pueden ser desestimados en su totalidad, pero tampoco seguir manteniéndolos en forma homogénea y aislados. Se requiere superar los dualismos cerrados y romper meta-relatos universales, buscar la ampliación de los derechos de inclusión, así como posibilitar encuentros con otros saberes no científicos; e invitar a continuar construyendo pensamiento “propio”.
Durante estos más de treinta años se enseña una historia alejada de sus principales matrices historiográficas y epistemológicas y de la búsqueda una de una historia con conciencia crítica; por el contrario, existe una estructura curricular basada en memorizar nos cuantos hechos o unas fechas nacionales pero descontextualizadas. Paradójicamente uno de los males que las distintas reformas (problemas, competencias y logros) querían superar.  Esta forma de enseñanza justifica el olvido intencionado, la amnesia y el rechazo en los estudiantes a conocer el pasado y contribuye al desconocimiento de los diversos procesos temporales que posee el tiempo histórico (cronológico, natural, social, cultural, sincrónico-diacrónico etc.), privilegiando un único presente eterno, y sin conexiones al futuro como proyectos colectivos y sociales.


Sin embargo, los miembros de la Asociación consideramos que hay un avance importante en la Ley 1874 de 2017, en relación con los fines de contribuir a la formación de una identidad nacional, que reconoce la diversidad étnica y cultural, dándole un espacio privilegiado al maltrecho “pensamiento crítico” y a la inclusión de procesos históricos y sociales fundamentales para el país en un momento en que la formación de “una memoria histórica” contribuirá significativamente a la reconciliación y a la paz.


Así mismo, reconocemos que al integrar en los objetivos específicos de la educación básica y media académica, la formación de los estudios históricos de Colombia, enfatizando en la memoria de las dinámicas de conflicto y paz que ha vivido la sociedad colombiana, es un logro que vale la pena destacar. Para ello, compartimos el énfasis de la Ley que se orientará en la formación de la capacidad reflexiva sobre la convivencia, la reconciliación y el mantenimiento de la paz.
En relación con la regulación del currículo, consideramos que la creación de la comisión Asesora del Ministerio de Educación Nacional para la Enseñanza de la historia de Colombia” es un paso importante para la construcción de historias plurales, locales e interculturales, incluidas en los documentos que orientaran el diseño curricular de todos los colegios del país, y la creación de los lineamientos para la enseñanza de la Historia.

 

Por último, consideramos un avance que la Ley enfatice la inclusión de la catedra de historia en los Lineamientos de las Ciencias Sociales, y no en la actual normatividad basada en los Estándares Básicos en Ciencias Sociales, que limitan la enseñanza de la historia. Además, esperamos que esta discusión sobre el escaso conocimiento que tienen los colombianos sobre su historia continúe, con el ánimo de encontrar salidas acordes a los intereses de quienes están escribiendo buenas historias, amenas, inclusivas, respetuosas de la diferencia, problematizantes y creativas.

Asociación Colombiana de Historiadores
19 de febrero de 2018

 


 

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